El 2 de diciembre, América Latina rememoró con pesar los 200 años de la doctrina Monroe, resumida en la frase "América para los americanos". Esta doctrina fue la estrategia de política exterior promovida por EEUU bajo la presidencia de James Monroe (1817-1825), que consideraba a todo el continente protegido y bajo el control de Washington, en rechazo a las pretensiones europeas.
Una doctrina que debería estar relegada a los libros de historia domina ahora el debate político dentro y fuera de Estados Unidos. El gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, abrió su precampaña a la Presidencia anunciando que Washington necesita "una versión del siglo XXI de la doctrina Monroe". Su compañero de fórmula y también candidato a la Casa Blanca, Vivek Ramaswamy, afirmó que, al ser elegido, "la estrella polar de mi política exterior será una doctrina Monroe moderna".
El Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense decidió celebrar la fecha reafirmando su compromiso con la doctrina Monroe.
"200 años después, la doctrina Monroe sigue viva y ha sido adoptada por prácticamente todos los presidentes y administraciones desde su implantación", reconoció el senador republicano Jim Risch. "Me enorgullece presentar una resolución que reafirma el papel [de la doctrina Monroe] como principio perdurable de la política exterior estadounidense", proclamó.
El actual contexto de transición geopolítica, sin embargo, pone en duda la capacidad de EEUU para imponer la doctrina Monroe en América Latina. Académicos de instituciones de Brasil y Rusia se reunieron el 5 de diciembre en Moscú para discutir cómo Washington pretende aplicar la doctrina Monroe 2.0 en América Latina y qué instrumentos tiene la región para mantener su soberanía económica y política.
"Las grandes potencias suelen tratar de establecer esferas de influencia para garantizar su seguridad, aunque utilicen nombres bonitos para caracterizarlas. En el caso de EEUU, algunos de estos nombres son hemisferio occidental y doctrina Monroe", afirmó a Sputnik el coordinador del curso de posgrado en Economía Política Internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) Ricardo Zortea.
"Los países que quieren ser independientes deben tener cuidado de no dejarse engañar por los bonitos nombres de estas esferas de influencia", opinó.
Según sus palabras, para mantener su posición en Sudamérica, Washington invierte en el antagonismo entre los países de la región y en la influencia directa sobre determinados grupos de interés.
"Tradicionalmente, EEUU ha tratado de mantener un equilibrio de poder entre Argentina y Brasil mediante la cooperación con las élites proestadounidenses en ambos países, principalmente en sectores vinculados a los medios de comunicación y el mercado financiero", declaró Zortea.
Sostuvo también que el objetivo "es impedir la aprobación de políticas de desarrollo y el aumento del poder militar en la región".
Por otra parte, el declive del poder estadounidense ya no permite a Washington utilizar las mismas estrategias de injerencia que en los tiempos de la doctrina Monroe, señala el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal do Rio Grande do Sul (UFRS) Fabiano Mielniczuk.
"La doctrina Monroe ya no es lo que era, pero se manifiesta en el deseo de asegurar que no haya un líder en América del Sur, y Brasil sería el principal candidato (...) Los norteamericanos no quieren un líder capaz de enfrentarlos, y menos Brasil, que tiene un sistema de alianzas (...) que incluye a los BRICS, el G20 y el G77", subrayó.
El profesor de la UFRS recordó las recientes intervenciones de Estados Unidos en los asuntos internos de países como Bolivia y Venezuela, que demuestran la voluntad de Washington de mantener la región bajo su yugo. Para él, la mejor apuesta de Brasil para garantizar su independencia es invertir en la integración regional sudamericana.
"No tiene sentido aventurarse en una carrera armamentística para superar este desafío. La mejor forma de hacer frente a los impulsos hegemónicos de EEUU es a través del regionalismo", afirmó Mielniczuk. "Brasil está invirtiendo en la construcción de una identidad regional sudamericana para garantizar la lucha contra la pobreza y la miseria, que son los verdaderos problemas de la región".
El profesor Zortea está de acuerdo en que Brasil tiene las herramientas para defenderse de los intentos de Washington de imponer su hegemonía en Sudamérica.
"Brasil tiene todos los recursos a su alcance. Tiene capacidad institucional, una burocracia profesional, una gran economía y una excelente capacidad tecnológica. Lo que Brasil necesita es consenso político y superar la ideología liberal económica que le impide gastar en política exterior. La presencia soberana de Brasil en el mundo es cara y requiere mucha inversión", concluyó el experto.