El séptimo ángel tocó su trompeta, y se oyeron fuertes voces en el cielo, que decían: El reino del mundo es ya de nuestro Señor y de su Mesías, y reinarán por todos los siglos.
Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se inclinaron hasta el suelo y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, tú que eres y que eras, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar.