En la ciudad de Cesarea vivía un hombre llamado Cornelio. Era capitán de un grupo de cien soldados romanos, al que se conocía como Regimiento Italiano.
Cornelio y todos los de su casa amaban y adoraban a Dios. Además, Cornelio ayudaba mucho a los judíos pobres, y siempre oraba a Dios.
Un día, a eso de las tres de la tarde, Cornelio tuvo una visión, en la que claramente veía que un ángel de Dios llegaba a donde él estaba y lo llamaba por su nombre. Cornelio sintió miedo, pero miró fijamente al ángel y le respondió: ¿Qué desea mi Señor?
El ángel le dijo: Dios ha escuchado tus oraciones, y está contento con todo lo que haces para ayudar a los pobres. Envía ahora mismo dos hombres al puerto de Jope. Diles que busquen allí a un hombre llamado Pedro, que está viviendo en casa de un curtidor de pieles llamado Simón. La casa está junto al mar.