PROCLAMACIÓN DE LAS CARACTERÍSTICAS CONCRETAS DE APOCALIPSIS (Apo_1:1-6)
Muchos se fascinan con el futuro. Leen fielmente los horóscopos, buscan a los lectores de las cartas Tarot, dejan que lean la
palma de sus manos, o consultan a videntes. Sin embargo, todos estos intentos
por conocer el futuro son en vano. Dios es el único que conoce y declara el
futuro (Isa_44:7; Isa_45:21; Isa_46:9-10). Solo en las Escrituras puede
encontrarse la verdad acerca del futuro. Los escritos del Antiguo y Nuevo
Testamentos proporcionan vislumbres del futuro. El libro de Apocalipsis
proporciona la mirada más detallada al futuro en toda
la Biblia, y revela la historia futura del mundo, con la venida de Cristo y su
reino glorioso.
Juan comienza Apocalipsis en Apo_1:1-8 con dos secciones principales.
Primero, presenta las características concretas de este libro
único. Segundo, proporciona un avance de la Segunda Venida de Cristo.
1. su naturaleza esencial
la revelación
(Apo_1:1 a)
La palabra griega para “revelación” aparece dieciocho
veces en el Nuevo Testamento. En Luc_2:32, Simeón
alabó a Dios por el niño Jesús, describiéndolo como “Luz para revelación a los
gentiles, y gloria de tu pueblo Israel”. Simeón se regocijó porque el Mesías se
había hecho visible a los hombres. Pablo habló en Rom_8:19 de la manifiesta transformación de los creyentes en gloria como “la manifestación de los hijos de
Dios”. Tanto Pablo (1Co_1:7) como Pedro (1Pe_1:7) emplearon la palabra para
referirse a la revelación de Cristo en su Segunda
Venida.
El Apocalipsis revela varias
verdades divinas de significancia. Advierte a la iglesia del peligro del pecado
e instruye sobre la necesidad de santidad. Revela la fuerza que Cristo y los
creyentes poseen para vencer a Satanás. Revela la gloria y majestad de Dios y
reseña la adoración reverente que se rinde constantemente ante su trono. El
libro de Apocalipsis revela el fin de la historia humana, e incluye la
organización política final del mundo, la carrera del anticristo, y la batalla
final del Armagedón. Revela la gloria venidera del reino terrenal de Cristo
durante el reino milenario, el juicio ante el gran trono blanco, y reseña el
gozo eterno de los nuevos cielos y la nueva tierra. Revela la victoria
definitiva de Jesucristo sobre toda oposición humana y demoníaca.
Pero por encima de todas estas
características, Apocalipsis muestra la majestad y la gloria del Señor
Jesucristo. Describe con todo detalle los acontecimientos relacionados con su
Segunda Venida, revelando su gloria que resplandecerá tan inequívocamente como
un relámpago que centellea en un cielo oscuro (Mat_24:27).
2. Su tema central
de Jesucristo, (Apo_1:1 b)
Aunque toda la Biblia es revelación
de Dios (2Ti_3:16), el libro de Apocalipsis es de
Jesucristo. Aunque este libro es sin duda la revelación
de Jesucristo (Apo_22:16), es también
la revelación acerca de Él.
Incluso un vistazo superficial a
través del libro de Apocalipsis muestra que Jesucristo es su tema principal. Él
es “el testigo fiel” (Apo_1:5); “el
primogénito de los muertos” (Apo_1:5); “el
soberano de los reyes de la tierra” (Apo_1:5); “el
Alfa y la Omega” (Apo_1:8; Apo_21:6); el “que
es y que era y que ha de venir” (Apo_1:8); “el
Todopoderoso” (Apo_1:8). ¡Se
pueden encontrar ocho referencias en tan solo el primer capítulo! (Véase las
otras referencias en Apo_1:17-18). El libro de Apocalipsis
revela la majestad y gloria del Señor Jesucristo en canción,
poesía, simbolismo y profecía. En Él los cielos se abren y sus lectores ven,
como vio Esteban (Hch_7:56), visiones del Hijo de Dios resucitado y
glorificado.
3. Su origen divino
que Dios le dio (Apo_1:1 c)
El libro de Apocalipsis es el regalo del Padre al Hijo en un sentido
profundo y maravilloso. En recompensa de su servicio perfecto, humilde, fiel y
santo, el Padre prometió exaltar al Hijo:
…Cristo
Jesús… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que
es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Flp_2:5; Flp_2:8-11)
La exaltación de Cristo, prometida en los
últimos tres versículos de ese pasaje, se describe con todo detalle en
Apocalipsis. El libro de Apocalipsis relata la herencia que el Padre dio al
Hijo, y acaba con la demostración de la gloria plena de Cristo.
4. Sus destinatarios humanos
para manifestar a sus siervos, (Apo_1:1 d)
Para exaltar y glorificar aun más
a su Hijo, el Padre ha concedido misericordiosamente, a un grupo especial de
personas, el privilegio de comprender este libro. Juan describe a esas personas
como “siervos” de Cristo de una palabra griega que significa literalmente
“esclavo”. Un siervo era un tipo especial de esclavo, uno que servía por amor y
devoción a su amo (cp. Éxo_21:5-6). Por eso los incrédulos encuentran el libro de Apocalipsis un misterio. No se escribió
para ellos. El Padre lo dio al Hijo para manifestar a los que voluntariamente
le sirven. Los que no quieren reconocer a Jesucristo como Señor, no pueden
aspirar a comprender este libro. “El hombre natural”, explica Pablo, “no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no
las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1Co_2:14). Los incrédulos solo hallan confusión en Apocalipsis, pero para los siervos de
Jesucristo, dispuestos, este libro revela la verdad profética sobre el futuro
del mundo.
5. Su carácter profético
las cosas que deben suceder pronto; (Apo_1:1 e)
El énfasis del libro de Apocalipsis en los
acontecimientos futuros lo pone aparte de todos los otros libros del Nuevo
Testamento. Los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento hablan del pasado,
en especial de la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo; los
veintidós siguientes tratan el presente, en especial la vida de la Iglesia.
Apocalipsis, aunque tiene alguna información acerca del pasado (Apo_1:1-20) y del presente (Apo_2:1-29; Apo_3:1-22), se centra en el futuro.
Se puede encontrar un énfasis doble en Apocalipsis. El
primer énfasis refleja a Cristo en su gloria futura junto a los santos
bienaventurados. El segundo énfasis es en el juicio de los que no creyeron a
castigo eterno. Las verdades profundas y apremiantes en el libro de Apocalipsis
traen tanto pesar como gozo.
A los creyentes no les
corresponde establecer “los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad” (Hch_1:7), sino que en todo tiempo deben prestar
atención a la advertencia del Señor de que deben velar
“porque no [saben] a qué hora ha de venir [su] Señor” (Mat_24:42). El conocimiento de que los
sucesos descritos en el libro de Apocalipsis van a suceder pronto debe motivar
a los cristianos a vivir en santidad y obediencia (2Pe_3:14).
6. Su entrega sobrenatural
y la declaró enviándola por medio de su ángel (Apo_1:1 f)
Apocalipsis es excepcional en el Nuevo Testamento porque es el único libro declarado y enviado por un ángel. Como declaró Jesús: “Yo
Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”
(Apo_22:16). Los ángeles
participaron al darle el libro de Apocalipsis a Juan tal y como lo hicieron al
dar la ley a Moisés (Hch_7:53; Gál_3:19; Heb_2:2). Los ángeles no solo están implicados en el dar el libro de Apocalipsis a
Juan, sino que también tienen una función destacada en las escenas que
describe. Los ángeles aparecen en cada capítulo de Apocalipsis, salvo en el Apo_4:1-11 y en el Apo_13:1-18. Las palabras “ángel” o “ángeles” se emplean setenta y una vez en el libro de
Apocalipsis, más que cualquier otro libro de la Biblia. En realidad, una de
cada cuatro veces que aparecen en las Escrituras está en el libro de
Apocalipsis. Este libro sirve, entonces, como fuente importante de información
sobre el ministerio de los ángeles.
7. Su autor humano
a su siervo Juan, que ha dado testimonio de
la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha
visto.
(Apo_1:1-2)
El agente humano a quien los mensajeros angelicales comunicaron el
libro de Apocalipsis se identifica aquí
como “su siervo Juan”. Este era Juan el apóstol, el hijo de Zebedeo y hermano
de Jacobo. Juan escribió el libro de Apocalipsis mientras estaba desterrado en
la isla de Patmos (Apo_1:9).
La inmensidad de la visión que Juan recibió en esa
desértica isla lo dejó perplejo. A lo largo de su Evangelio, Juan nunca se
refirió a él mismo. Sin embargo, aquí él acompaña su visión con la frase “Yo
Juan” (Apo_1:9; Apo_22:8), una exclamación que expresaba su asombro al haber recibido tan abrumadoras visiones.
Como había dado testimonio
lealmente de la primera venida de Cristo (Jua_19:35; Jua_21:24; 1Jn_1:2; 1Jn_4:14), así
Juan fielmente dio testimonio de todas las cosas que había visto respecto a su
Segunda Venida. La palabra de Dios expresada en el libro de Apocalipsis es el
testimonio acerca de la gloria venidera de Cristo dada a su Iglesia y
registrada por su fiel testigo, Juan.
8. Su bendición prometida
Bienaventurado el que lee, y los que oyen
las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; (Apo_1:3 a)
El libro de Apocalipsis inicia y termina con promesas de bendición para quienes lo leen y lo obedecen. En total, el libro contiene
siete promesas de bendición. (Véase “Las siete bienaventuranzas de
Apocalipsis”).
El leer, oír y obedecer las
verdades enseñadas en el libro de Apocalipsis deben ser una forma de vida para
los creyentes. Apocalipsis es la palabra final de Dios al hombre, marcando la
conclusión del canon bíblico (Apo_22:18-19), y su alcance abarca el futuro completo
de la historia de la redención (Apo_1:19). Es imprescindible que los
creyentes presten diligente atención a las verdades que contiene.
9. Su urgencia apremiante
porque el tiempo está cerca. (Apo_1:3 b)
Esta frase reitera la verdad que se enseñó
en el versículo 1. Aquí la palabra griega para tiempo no se refiere al tiempo
en un reloj o calendario, sino a estaciones o eras. La próxima gran era de la
historia de la redención de Dios está cerca. La inminente venida de Cristo ha sido
siempre la esperanza de la Iglesia. Jesús
les ordenó a sus discípulos que velaran expectantes por su venida (Luc_12:35-40). Los apóstoles
Pablo, Santiago y Juan, todos, escribieron que el día de su venida estaba
cerca.
(Véase, por ejemplo, Rom_13:12; 1Pe_4:7; Stg_5:7-9; 1Jn_2:18).
LAS SIETE BIENAVENTURANZAS EN APOCALIPSIS
1.“Bienaventurado
el que lee,
y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas;” (Apo_1:3 a)
2.“Bienaventurados
de aquí en adelante los muertos
que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. (Apo_14:13)
3.“He
aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela,
y guarda sus ropas, para que no ande
desnudo, y vean su vergüenza”. (Apo_16:15)
4. “Bienaventurados
los que son llamados
a la cena de las bodas del Cordero”. (Apo_19:19)
5. “Bienaventurado
y santo el que tiene parte
en la primera resurrección;” (Apo_20:6 a)
6. “Bienaventurado
el que guarda
las palabras de la profecía de este libro”. (Apo_22:7)
7. “Bienaventurados
los que lavan sus ropas,
para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en
la ciudad”. (Apo_22:14)
A pesar del escepticismo de los que se burlan y exigen: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en el
que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el
principio de la creación” (2Pe_3:4), el Señor Jesucristo volverá. Y su venida está cerca.
10. Su bendición trinitaria
Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y
que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su
trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el
soberano de los reyes de la tierra. (Apo_1:4-5 a)
Las cartas antiguas ponían el nombre de sus escritores
al principio. Juan se identifica como el autor y menciona las siete iglesias en Apo_1:11 como los destinatarios. “Gracia y paz a vosotros” era un saludo acostumbrado en las cartas del
Nuevo Testamento, usado aquí por Juan con una conclusión trinitaria añadida.
La frase “del que era y que ha
de venir” identifica a la primera persona de la Trinidad, Dios el Padre,
descrito aquí en términos humanos.
El eterno Dios es la fuente de
todas las bendiciones de la salvación, toda gracia, y toda paz.
“…los siete espíritus que están
delante de su trono” se refiere al Espíritu Santo. El número siete lo describe
en su plenitud (Apo_5:6; Isa_11:2; Zac_4:1-10). Gracia y paz también fluyen de “Jesucristo”. Es apropiado que Juan mencione a Cristo al
final, y dé una completa descripción de Él, ya que es el tema del libro de
Apocalipsis.
A Jesús se le llama “un testigo
fiel”, alguien que siempre dice y representa la verdad. Luego, se le denomina
“el primogénito de los muertos”. De todos los que han resucitado y resucitarán,
Él es el más importante. En tercer lugar, Él es “el soberano de los reyes de la
tierra”. Él es Señor, quien de acuerdo con el plan del Padre y la obra del
Espíritu, otorga a los creyentes su real bendición de gracia y paz.
11. Su doxología sublime
Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y
nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por
los siglos de los siglos. Amén. (Apo_1:5 b-6)
La obra de Cristo a favor de los creyentes hizo que Juan prorrumpiera
en inspirada alabanza a Él. En el presente, Cristo ama a
los creyentes con un amor inquebrantable (Rom_8:35-39). La más grande expresión de ese amor llegó cuando nos lavó de nuestros
pecados con su sangre, una alusión a la expiación provista por su muerte por
nosotros en la cruz.
Juan termina su doxología con la
única respuesta apropiada a la luz de la magnitud de las bendiciones que Cristo
ha dado a los creyentes: “…a él sea gloria e imperio por los siglos de los
siglos. Amén”. Esta debe ser la respuesta de todo el que lea Apocalipsis con
esta gloria futura en mente.
UN AVANCE DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO (Apo_1:7-8)
El libro de Apocalipsis es el último
espectáculo emocionante y de acción. A cualquiera que le guste una gran novela,
sin duda le gustará este libro. Contiene drama, suspenso, misterio y horror.
Habla de rebelión, un desplome sin precedentes de la economía y la guerra final
de la historia humana. Apocalipsis es un libro de asombroso drama y horror,
pero también de esperanza y gozo. Culmina en un final feliz, ya que el pecado y
la muerte son desterradas para siempre (Apo_21:4; Apo_22:3).
En los versículos Apo_1:7-8, Juan proporciona a sus
lectores un avance de lo que vendrá después en Apocalipsis. Al
hacer esto, revela que el tema del libro es la Segunda Venida de Cristo. Se nos
comunican para nuestro entendimiento cinco verdades sobre su Segunda Venida.
1. La necesidad de la Segunda Venida
He aquí que viene (Apo_1:7 a)
El versículo Apo_1:7 comienza el primer gran oráculo profético de Apocalipsis. “He aquí” está dirigido a despertar la
mente y el corazón para considerar lo que sigue. Este es el primero de sus
veinticinco usos en Apocalipsis, un libro lleno de sorprendentes verdades que
exigen cuidadosa atención.
El “que había de venir” era un
título para Cristo. Esta palabra griega (Erchomai) se emplea nueve veces en
Apocalipsis para referirse a Jesucristo; siete veces por nuestro Señor respecto a sí mismo. Así que el tema del libro de Apocalipsis es el
que viene, el Señor Jesucristo.
A pesar de los burladores que
niegan la Segunda Venida (2Pe_3:3-4), la Biblia afirma reiteradas
veces que Jesucristo volverá. Esa verdad aparece en más de
quinientos versículos a lo largo de la Biblia. Se ha calculado que uno de cada
veinticinco versículos en el Nuevo Testamento se refiere a la Segunda Venida.
Jesús habló varias veces de su venida (Mat_16:27; Mat_24:1-51; Mat_25:1-46; Mat_26:64; Mar_8:38; Luc_9:26) y advirtió a los creyentes que estuvieran listos (Mat_24:42; Mat_24:44; Mat_25:13; Luc_12:40; Luc_21:34-36). La Segunda Venida del Señor Jesucristo a esta tierra es un tema central en las Escrituras.
La expectativa de que Cristo
vuelva un día y lleve a los creyentes al cielo para que vivan en su presencia
para siempre da esperanza y consuelo a los que le conocen (Jua_14:1-3; 1Ts_4:18).
2. La gloria de la Segunda Venida
con las nubes, (Apo_1:7 b)
A veces en las Escrituras las nubes simbolizan la presencia de Dios. Se
empleó una nube como la manifestación visible de la
presencia de Dios con Israel en el desierto (Éxo_13:21-22;
Éxo_16:10; Núm_10:34). En el Monte Sinaí, una “espesa nube sobre el monte” simbolizó la presencia de Dios (Éxo_19:16). Cuando el Señor hablaba con Moisés en el tabernáculo, “la columna de nube descendía
y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés” (Éxo_33:9). Tanto el tabernáculo (Éxo_40:34-38) como el templo (1Re_8:10-12) estuvieron llenos de una nube
que simbolizaba la gloria de Dios en sus dedicaciones. Jesucristo ascendió a los cielos en una nube (Hch_1:9). Los creyentes ascenderán con nubes en el arrebatamiento (1Ts_4:17), y Cristo vendrá con las nubes (cp. Dan_7:13; Mat_24:30).
Las nubes describen el descenso de Cristo del cielo. De manera más significativa simbolizan la luz brillante que acompaña la presencia
de Dios. La apariencia de Cristo y el brillo de los incontables ángeles y de
los redimidos que lo acompañan será un acontecimiento tanto indescriptible como
atemorizante.
3. El alcance de la Segunda Venida
y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes
de la tierra harán lamentación por él. (Apo_1:7 c)
Durante la encarnación, estuvo velada la gloria de
Cristo. Solo Pedro, Jacobo y Juan captaron un reflejo de ella en la
transfiguración. En su Segunda Venida todo ojo le verá. Su gloria será evidente
para toda la humanidad.
Juan divide en dos grupos a los
que verán la Segunda Venida; “los que le traspasaron” no se refiere a los
soldados romanos implicados en la crucifixión de Cristo, sino a los judíos
incrédulos que instigaron su muerte. En Zac_12:10 Dios dice: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él
como quien se aflige por el primogénito”. Pedro afirmó que el pueblo judío era
culpable de la ejecución de Cristo, declarando valientemente:
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado
por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo
entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado
por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y
matasteis por manos de inicuos, crucificándole. (Hch_2:22-23; cp. Hch_3:14-15)
El lamento de Israel que se registra en Zac_12:10, será
uno de genuino arrepentimiento. Muchos judíos se salvarán durante la
tribulación, tanto los ciento cuarenta y cuatro mil como sus convertidos. Pero
para muchos otros, la Segunda Venida será el tiempo de su salvación. Habrá en
aquel tiempo “un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes
de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zac_13:1).
Juan describe al segundo grupo como “todos
los linajes de la tierra”, una alusión a las naciones gentiles incrédulas. Como
el pueblo judío, ellos también harán lamentación por Cristo. Parte de ese
lamento puede estar relacionado con el arrepentimiento de los que son salvos en
aquel tiempo (Apo_7:9-10;
Apo_7:14). Pero a diferencia de la nación judía, el lamento de los gentiles no traerá como resultado general
un arrepentimiento genuino; “lamentación” viene de koptō, que literalmente significa “cortar”. La palabra se asoció con el lamento debido a la práctica
pagana de cortarse a sí mismos cuando estaban en aflicción o desesperación
extremas.
1Re_18:28 registra que los frenéticos y aterrorizados profetas de Baal “se sajaban con cuchillos y con
lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos” en un
intento desesperado por lograr la atención de su dios. A los israelitas se les
prohibía tajantemente participar en tales rituales paganos (Lev_19:28; Deu_14:1).
El lamento de los gentiles, en su mayor parte, será motivado por el terror, no por el arrepentimiento. Se lamentarán no
por el Cristo que rechazaron, sino por su condena (Apo_9:21).
4. La respuesta a la Segunda Venida
Sí. Amén. (Apo_1:7 d)
Habiendo ofrecido la respuesta tanto de creyentes como de incrédulos a la Segunda Venida de Cristo, Juan incluye su propia respuesta.
Antes de indicar las palabras provenientes de la misma boca de Cristo, Juan
aboga por la venida del Señor Jesucristo utilizando las palabras de afirmación
más fuertes tanto en griego como en hebreo.
5. La certeza de la Segunda Venida
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin,
dice el Señor,
el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. (Apo_1:8)
En este versículo el Señor pone su firma en
la profecía de la Segunda Venida mencionada en el versículo anterior. Se llama
a sí mismo “el Alfa y la Omega” enfatizando su perfecto conocimiento. Alfa y
Omega corresponden a la primera y la última letra del alfabeto griego. Segundo,
como “el que es y que era y que ha de venir”, Dios está presente eternamente;
Él no está limitada por el tiempo, ni el espacio. Su promesa de que vendrá
arregla el asunto. Tercero, “el Todopoderoso” afirma su poder perfecto. Nada
puede impedir que Él lleve a cabo su voluntad.
Estos términos implican también
que Él es el Creador y la Consumación de toda la historia. Él es el principio y el
fin (cp. Apo_22:13). Se ha observado que:
• Jesucristo vino la primera vez
en humillación; Él volverá en exaltación.
• Vino la primera vez para servir; volverá para que le sirvan.
• Vino la primera vez como el siervo sufriente; volverá como el Rey
vencedor.
El llamado que el libro de
Apocalipsis hace a toda persona es que esté preparada para su venida.
Solamente “los que aman su venida” (2Ti_4:8), que lo aman y lo reconocen como el legítimo rey, disfrutarán de las bendiciones de su reino.