La mujer que teme al Señor


¡Qué difícil es hallar una esposa extraordinaria!
¡Hallarla es como encontrarse una joya muy valiosa!
Quien se casa con ella puede darle toda su confianza; dinero nunca le faltará.
A ella todo le sale bien; nunca nada le sale mal.
Sale a comprar lana y lino, y con sus propias manos trabaja con alegría.
Se parece a los barcos mercantes: de muy lejos trae su comida.
Se levanta muy temprano, y da de comer a sus hijos y asigna tareas a sus sirvientas.
Calcula el precio de un campo;con sus ganancias lo compra, planta un viñedo, y en él trabaja de sol a sol.
Ella misma se asegura de que el negocio marche bien; toda la noche hay luz en su casa, pues toda la noche trabaja.
Ella fabrica su propia ropa, y siempre ayuda a los pobres.
No le preocupa que haga frío, pues todos en su casa andan siempre bien abrigados.
Toma telas de lino y de púrpura, y ella misma hace colchas y vestidos.
En la ciudad y en el país su esposo es bien conocido, pues ocupa un lugar importante entre la gente de autoridad. 
La ropa y los cinturones que ella misma fabrica, los vende a los comerciantes.
Es mujer de carácter; mantiene su dignidad, y enfrenta confiada el futuro.
Siempre habla con sabiduría, y enseña a sus hijos con amor.
Siempre está pendiente de su casa y de que todo marche bien.
Cuando come pan, es porque se lo ha ganado.
Sus hijos la felicitan; su esposo la alaba y le dice: Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas.
La hermosura es engañosa, la belleza es una ilusión; ¡sólo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios!