Presten atención, ustedes que dicen: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero.
¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma. Lo que deberían decir es: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. De lo contrario, están haciendo alarde de sus propios planes, y semejante jactancia es maligna. Recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo.