Isaías 49:8
Jesucristo es él mismo la suma y sustancia de la alianza y uno de sus dones.
Él es propiedad de todo creyente. Creyente, ¿puedes estimar lo que has obtenido en Cristo? "En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad".
Considere esa palabra "Dios" y su infinitud, y luego medite sobre el "hombre perfecto" y toda su belleza; porque todo lo que Cristo, como Dios y hombre, alguna vez tuvo o puede tener, es tuyo, por puro favor gratuito, pasó a ti y será tu propiedad inherente para siempre.
Nuestro bendito Jesús, como Dios, es omnisciente, omnipresente, omnipotente. ¿No te consolará saber que todos estos grandes y gloriosos atributos son completamente tuyos? ¿Tiene poder? Ese poder es tuyo para apoyarte y fortalecerte, para vencer a tus enemigos y para preservarte incluso hasta el fin. ¿Tiene amor? Pues no hay una gota de amor en su corazón que no sea la tuya; puedes sumergirte en el inmenso océano de su amor y puedes decir de todo: "Es mío". ¿Tiene justicia?
Puede parecer un atributo severo, pero incluso eso es tuyo, porque él, por su justicia, se encargará de que todo lo que se te promete en el pacto de gracia te sea garantizado con toda seguridad. Y todo lo que él tiene como hombre perfecto es tuyo. Como hombre perfecto, el deleite del Padre estaba sobre él. Fue aceptado por el Altísimo. Oh creyente, la aceptación de Cristo por parte de Dios es tu aceptación; ¿Porque no sabes que el amor que el Padre pone en un Cristo perfecto, te lo pone ahora a ti? Porque todo lo que Cristo hizo es tuyo. Esa justicia perfecta que Jesús realizó, cuando a través de su vida inmaculada guardó la ley y la hizo honorable, es tuya y te es imputada. Cristo está en el pacto.
"Dios mío, soy tuyo, ¡qué consuelo divino!
¡Qué bendición saber que el Salvador es mío!
En el Cordero celestial soy tres veces feliz,
Y mi corazón baila al sonido de su nombre."