Juan 1: 50.
Esto fue dicho a un creyente semejante a un niño, que estaba listo a aceptar a Jesús como el Hijo de Dios, el Rey de Israel, sobre la base de un solo argumento convincente. Aquellos que están dispuestos a ver, verán: es debido a que nosotros cerramos nuestros ojos que nos volvemos tan tristemente ciegos.
Hemos visto demasiado. Cosas grandes e inescrutables nos ha mostrado el Señor, por las cuales alabamos Su nombre; pero hay mayores verdades en Su Palabra, mayores profundidades de experiencia, mayores alturas de comunión, mayores obras de utilidad, mayores descubrimientos de poder, y amor, y sabiduría. Todas estas cosas hemos de ver todavía si estamos dispuestos a creer a nuestro Señor. La facultad de inventar falsa doctrina es ruinosa, pero el poder de ver la verdad es una bendición. El cielo será abierto para nosotros, el camino hacia allá será allanado para nosotros en el Hijo del hombre, y el comercio angélico que ocurre entre el reino superior y el reino inferior nos será manifestado.
Mantengamos nuestros ojos abiertos a los objetivos espirituales, y esperemos ver más y más. Hemos de creer que nuestras vidas no se gastarán hasta convertirse en nada, sino que estaremos siempre creciendo, viendo cosas mayores y mayores cada vez, hasta contemplar al mismo Gran Dios y no perderlo de vista nunca más.