Depende. Hay hombres que han cometido pecados peores que los cometidos por algunos demonios, de la misma manera que hay hombres que están más alto en el cielo que algunos ángeles. El pecado, como la virtud, no depende de la naturaleza, sino, esencialmente, de la voluntad. De la misma manera que aquí en el mundo una persona sin cultura y sin poder puede pecar mucho más intensamente que un gobernante poderoso o que un profundo y reputado filósofo. Del mismo modo una viejecita analfabeta puede llegar a ser muchísimo más santa que el Sumo Pontífice.
El orden de la gracia no guarda relación de proporción con el orden de la naturaleza. O dicho de otro modo, los méritos o deméritos son independientes de la naturaleza recibida, sólo dependen de nuestra voluntad y de la gracia. Por eso, hay hombres que han pecado más que los demonios y que sufrirán más que estos. Así también hay ángeles de la jerarquía más inferior que amaron más que los serafines, y por tanto gozarán más que estos.