El jefe de la OTAN ve un “desafío estratégico” en la acumulación militar de Rusia en el Ártico, la vía más corta para que lleguen los misiles rusos a EE.UU.
Tras visitar la región ártica de Canadá, Jens Stoltenberg dijo el viernes que Rusia ha reabierto “cientos de emplazamientos militares árticos nuevos y de la antigua era soviética”, y utiliza la zona polar “como banco de pruebas para las armas más avanzadas, incluidos los misiles hipersónicos”, por lo que constituye “desafío estratégico” para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Además, puso de relieve que “el camino más corto hacia Norteamérica para los misiles y atentados rusos sería sobre el Polo Norte”. Entonces es vital el papel del NORAD —Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, una organización de Estados Unidos y Canadá— para América del Norte y, por tanto, también para la OTAN”.
El secretario general de la OTAN expresó también preocupación por los planes de Pekín para construir el rompehielos más grande del mundo y sus inversiones de miles de millones de dólares en proyectos de energía e infraestructura en la región gélida.
Stoltenberg también subrayó que una vez que Suecia y Finlandia se incorporen a Alianza Atlántica, siete de los ocho países del Ártico estarán integrados en la alianza militar y el único país ártico que estará fuera es precisamente Rusia.
Justamente, la solicitud de estos dos países escandinavos para entrar en la OTAN, a raíz de la operación rusa en Ucrania, hizo saltar las alarmas en Moscú, que ordenó el reforzamiento de la capacidad de combate de sus tropas en el Distrito Militar Oeste, en el Ártico.