Ordenación femenina, obispos no heterosexuales y ruptura de la naturaleza jerárquica

EL CAMINO SINODAL
Cuando ya parecía que se había tocado fondo, la IV Asamblea sinodal del Camino sinodal alemán viene con más vueltas de tuerca. En un par de semanas se reunirá por cuarta vez, en Frankfurt, del 8 al 10 de septiembre. Según informa Die Tagespost (DT), los textos base han sido enviado a los miembros sinodales en las últimas semanas y también han sido colgados en la web del Camino sinodal. Fundamentalmente se tratan de igualdad de género y de dar a los laicos más poderes en la toma de decisiones.
La advertencia de la Santa Sede de no puede cambiar la doctrina ni poner en peligro la unidad de la Iglesia cae en saco roto. El Papa confirmó que no había sido él, que el documento que apareció sin firma, involuntariamente, era de la Secretaría de Estado. En cualquier caso, en aquel documento se indicaba de que no podían ir solos, no que lo que proponían era incorrecto.
Se espera con especial expectación el debate sobre el previsto Consejo Sinodal, que pretende garantizar una continuidad permanente del camino sinodal y supondría una interferencia en la constitución episcopal de la Iglesia Católica: según DT, los obispos renunciarían voluntariamente y entregarían sus responsabilidades a un consejo. El objetivo de muchos miembros del sínodo aquí es, entre otras cosas, elegir ellos mismos a su obispo, establecer un derecho de decisión para los laicos en la Iglesia y permitirles administrar el bautismo y la unción de los enfermos, así como la asistencia en el matrimonio.
El texto dice literalmente que a través de un autocompromiso de obispos y pastores, la «interacción de la corresponsabilidad y el oficio de liderazgo debe volverse vinculante» y debe constituirse una «órgano de control judicial de las normas a nivel superior», lo que requeriría un «autocompromiso del Papa».
En consecuencia, el derecho canónico debe desarrollarse aún más de tal manera que «el aspecto de los derechos fundamentales de todos los creyentes sea de importancia central y fundamental, en analogía adecuada con los derechos fundamentales en la ley estatal».
Entre estos derechos, los textos también plantean reivindicaciones en el sentido de la transexualidad y la homosexualidad: La bisexualidad debe dar paso a una apertura para todos los posibles géneros no binarios según el género (trans e intersexualidad). De forma análoga al derecho alemán, debería ser posible la inscripción de género «diverso» o el cambio de género y nombre en el registro de bautismo.
Continúa DT relatando que el tratamiento de la homosexualidad en la Iglesia también debe ser abierto y se deben abordar los errores del pasado. Los obispos no heterosexuales deberían poder salir del armario para que «la diversidad en el episcopado sea igualmente visible».
Los obispos y los responsables de la formación sacerdotal también deben trabajar «para que se levante la prohibición de la formación y la ordenación de hombres no heterosexuales a nivel de la Iglesia universal y para que se eliminen de los documentos oficiales de la iglesia todas las declaraciones negativas sobre su orientación sexual».
En vista de la discriminación de las mujeres (en la historia) y del clericalismo masculino, además de los puestos de liderazgo adicionales para las mujeres, se exige con vehemencia la ordenación de las mujeres y también se somete a votación, como una corrección del desequilibrio de poder y de las estructuras masculino-femeninas. Todavía no está claro si la apertura de los oficios eclesiásticos de ordenación se entiende también en el sentido de género, cuando se dice que la asamblea sinodal se compromete a emitir votos cualificados para que el acceso a todos los servicios y oficios eclesiásticos -incluidos todos los oficios de ordenación- se abra a los creyentes llamados y cualificados, independientemente del género y del estado de vida.
Además, también pide que se promueva la prevención de los abusos contra las mujeres y se definan medidas concretas para su aplicación, mientras que ni siquiera se aborda el hecho de que la mayoría de las víctimas dentro de la iglesia son prepúberes varones.