Entonces Jesús les dijo: Vayamos solos a un lugar tranquilo para descansar un rato. Lo dijo porque había tanta gente que iba y venía que Jesús y sus apóstoles no tenían tiempo ni para comer.
Así que salieron en la barca a un lugar tranquilo, donde pudieran estar a solas.
Pero muchos los reconocieron y los vieron salir, y gente de muchos pueblos corrió a lo largo de la orilla y llegó antes que ellos.
Cuando Jesús salió de la barca, vio a la gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas.
Al atardecer, los discípulos se le acercaron y le dijeron: Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde, despide a las multitudes para que puedan ir a las granjas y aldeas cercanas a comprar algo de comer. pero Jesús dijo: Denles ustedes de comer. ¿Con qué? preguntaron. ¡Tendríamos que trabajar durante meses para ganar suficiente a fin de comprar comida para toda esta gente!
¿Cuánto pan tienen? preguntó. Vayan y averigüen. Ellos regresaron e informaron: Tenemos cinco panes y dos pescados.
Entonces Jesús les dijo a los discípulos que sentaran a la gente en grupos sobre la hierba verde.
Así que se sentaron en grupos de cincuenta y de cien.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente. También dividió los pescados para que cada persona tuviera su porción.
Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró de pan y pescado.