El papa Francisco autorizó el pago de más de un millón de dólares para liberar a una monja colombiana

El cardenal Angelo Becciu, juzgado por corrupción financiera en el Vaticano, declaró este jueves que el papa Francisco autorizó el pago de un millón de euros (1,05 millones de dólares) para asegurar la liberación de una monja colombiana secuestrada por una filial de Al Qaeda.
El testimonio se produjo mientras Becciu, uno de los 10 acusados de haber gastado fraudulentamente cantidades millonarias de dinero de la Iglesia, era interrogado sobre su relación con Cecilia Marogna, una autodenominada experta en inteligencia y coacusada en el mismo juicio.
Becciu declaró que en 2018 Marogna lo puso en contacto con The Inkerman Group, una empresa de riesgo e inteligencia del Reino Unido, para conseguir cómo liberar a la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez, secuestrada por el Frente Al Nusra en el norte de Mali en 2017.
El cardenal, que fue subsecretario de Estado entre 2011 y 2018, reveló que en la Secretaría de Estado del Vaticano se creó una cuenta especial para la operación y que los pagos se hicieron a las cuentas indicadas por Marogna, que actuó como principal intermediaria para evitar la participación directa de la Iglesia.
Ante el tribunal, el eclesiástico de alto rango declaró que, en un encuentro posterior con Francisco en Roma, le habló con más detalle sobre la operación, lo que incluyó el establecimiento de una "red de contactos" y un eventual rescate, que costaría como máximo alrededor de un millón de euros. "Él lo aprobó. Debo decir que cada paso de esta operación fue acordado con el Santo Padre", declaró.
Aunque no se sabe cuánto dinero, presuntamente del Vaticano, fue entregado a los secuestradores que retenían a la hermana Narváez, esta fue finalmente liberada en octubre de 2021, tras más de cuatro años de cautiverio.
Becciu, que se había negado a declarar ante la justicia durante casi dos años, decidió hablar luego de que el papa Francisco levantara recientemente su juramento de "secreto pontificio".
Durante siete horas de testimonio, el cardenal defendió su relación con Marogna, condenando la forma en que había sido retratada en los medios de comunicación italianos, que, según él, habían "distorsionado, con insinuaciones ofensivas de carácter infame", la verdadera naturaleza de la situación. Calificó los informes acerca de una posible relación amorosa como perjudiciales para su "dignidad sacerdotal".
El núcleo del juicio contra Becciu y sus nueve coacusados gira en torno a un fraude financiero en el Vaticano, que se originó en la inversión de 350 millones de euros (369 millones de dólares) de la Santa Sede en una propiedad de Londres y se amplió para abarcar otros presuntos delitos. Los 10 acusados, señalados de defraudar millones a la Santa Sede mediante malas inversiones, falsas comisiones y honorarios, se han declarado inocentes.