Muy temprano a la mañana siguiente, Jesús salió a un lugar aislado. Las multitudes lo buscaron por todas partes y, cuando por fin lo encontraron, le suplicaron que no se fuera.
Pero él respondió: Debo predicar la Buena Noticia del reino de Dios también en otras ciudades, porque para eso fui enviado.
Así que siguió recorriendo la región, predicando en las sinagogas de toda Judea.