La nueva relación: La adopción

Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, quedamos inmediatamente justificados. Otro aspecto de la salvación que poseemos inmediatamente es el que estudiaremos hoy: la Adopci6n.
2. LA NUEVA RELACION: LA ADOPCION POR DIOS PADRE
Jua 1:12  Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 
Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, nos convertimos en hijos de Dios. Esto significa que no somos hijos de Dios antes de aceptar a Cristo como nuestro Salvador. Dios nos hizo a todos los hombres pero sólo nos convertimos en hijos de Dios cuando nos allegamos a El por medio de Jesucristo.
2Co 6:18  Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
En la mayoría de los lugares se habla de los hombres y mujeres en conjunto como de «los hijos de Dios», pero aquí estamos ante un pasaje muy elocuente donde Dios habla de las mujeres que vinieron a El a través de Cristo como de «sus hijas»,
Gál 4:4  Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 
Gál 4:5  para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. 
Cristo es el Hijo eterno de Dios. El es único El es el único Hijo engendrado, pero cuando tomamos a Cristo como nuestro Salvador t recibimos la adopción de hijos, es decir, somos adoptados por Dios Padre como sus hijos.
Jua 20:17  Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 
Cristo es siempre muy preciso al establecer la clara distinción entre su filiación única y eterna y nuestra transformación en hijos de Dios.
Efe 1:3  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 
Efe 1:4  según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 
Efe 1:5  en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 
Una vez que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador y, por lo tanto, somos los hijos de Dios ,el Padre, podemos llegar a su presencia con toda audacia. Así como el hijo de un rey puede llegar a la presencia del soberano en su carácter de hijo, así nosotros podemos llegar a la presencía del Dios Todopoderoso y decirle: «Tú eres nuestro Padre», y El nos dice: «Vosotros sois mis hijos.»
1Jn 3:1  Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;(A) por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 
Este es el amor culminante de Dios, que cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, somos hechos los hijos de Dios.
Pro 14:26  En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos. 
El ser hijos de Dios nos trae muchas bendiciones. Una es que Dios es nuestro refugio .
Mat 6:32  Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 
Cuando soy hijo de Dios, El cuida de mis necesidades materiales.
Luc 12:32  No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 
En medio del más difícil problema podemos estar seguros de que la mano del Padre está sobre nosotros
para bien.
Rom 8:15  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 
Cuando Dios es nuestro Padre, el Espíritu Santo mora en nostros.
Rom 8:17  Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. 
Cuando Dios es nuestro Padre, somos herederos comunes con Cristo. Piensen lo que esto significa; las riquezas del cielo son nuestras, no sólo después de la muerte sino también en esta vida.
Gál 4:6  Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! 
En cuanto Dios se convierte en nuestro Padre, estas bendiciones son nuestras, incluyendo la morada del Espíritu Santo. No tenemos que esperar la muerte para que estas bendiciones de salvación sean acumuladas sobre nosotros.
Heb 12:5  y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: 
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, 
Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 
Heb 12:6  Porque el Señor al que ama, disciplina, 
Y azota a todo el que recibe por hijo. 
Heb 12:7  Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 
Heb 12:8  Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 
Heb 12:9  Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 
Heb 12:10  Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 
Heb 12:11  Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.  
Heb 12:12  Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;
Muchas bendiciones son nuestras una vez que Dios se ha convertido en nuestro Padre, y entre ellas no la menos importante es ésta: que así como un padre humano que ama profundamente a su hijo le corrige cuando es malo, así Dios, nuestro padre, trae pruebas y experiencias a nuestra vida para tenernos cerca de El. Después de haber tomado a Cristo como nuestro Salvador y Dios ser nuestro Padre, nuestros pecados han sido todos castigados en el Calvario. Pero el Señor sí permite que lleguen tristezas a nuestra vida para que en nosotros pueda darse «el fruto apacible de la virtud», y no sólo virtud sino paz.