os bares de Sao Paulo, la ciudad más grande de Brasil, se llenaron de nuevo el viernes para la hora feliz, y los legisladores de la capital prácticamente han desechado las sesiones vía Zoom. Las playas de Río de Janeiro están atestadas y las exhortaciones para mantener un distanciamiento social estricto parecen sólo un recuerdo.
Todo lo anterior forma parte del intento de Brasil para regresar a la vida como era antes de la pandemia, incluso en un momento en que su cifra de fallecidos por coronavirus supera los 600.000, según datos oficiales del Ministerio de Salud divulgados el viernes. La disminución en los casos y muertes por COVID-19 ha sido especialmente bienvenida, dadas las advertencias de los expertos de que la variante delta produciría otra ola de destrucción en el país con el segundo mayor número de víctimas, algo que no ha ocurrido hasta ahora.
La cifra promedio diaria de muertos en Brasil ha rondado los 500 durante un mes, un descenso agudo con respecto a los más de 3.000 en abril. Casi el 45% de la población está totalmente vacunada, y a los ancianos se les está aplicando una dosis de refuerzo. Un mayor porcentaje de brasileños está al menos parcialmente inoculado en comparación con los estadounidenses o los alemanes, según Our World in Data, un sitio de investigación en línea.