Evangelio de Mateo


MATEO EL MAESTRO
Mat. ha sido llamado "el Evangelio para el maestro" porque el material se presenta en forma muy adecuada para ser usado en la enseñanza. Probablemente, por esta razón este Evangelio fue el más ampliamente usado de los cuatro en la iglesia primitiva. Mientras que Mar. ofrece una narración vívida y fluida, Luc. un estudio sensible del trato de Jesús con las personas, y Juan un cuadro más explícitamente teológico de Jesús, Mat. coleccionó relatos y dichos de Jesús que se enfocan particularmente so bre los intereses normales en la vida de la iglesia, y los arregla de tal manera que un maestro en la iglesia podría valerse de ellos. Muy probablemente Mat. mismo era un maestro e incluyó en su Evan gelio el material que estaba acostumbrado a presentar a los miembros de su propia congregación.
Obvios son los cinco grandes "discursos", o colecciones de las enseñanzas de Jesús, y todos terminan con la siguiente fórmula: "Cuando Jesús hubo terminado estos dichos", o algo parecido (una formula que en el gr. es mucho más llamativa que en nuestras versiones). Los mencionados discursos abarcan los caps. 5–7, 10, 13, 18, y 24–25. Cada uno parece tener base en un "discurso" mucho más breve en alguno de los otros Evangelios sinópticos (Mar. y Luc.), y cada uno tiene una unidad de tema que lo atraviesa. Muchos de estos dichos recogidos aparecen en otros lugares entre los Evangelios sinópticos, dando a saber que Mateo cuidadosamente preparó cinco "antologías" de las enseñanzas de Jesús sobre ciertos temas.
Tanto dentro de estos discursos como a lo largo del resto del Evangelio, a Mat. le gustaba presentar divisiones claramente estructuradas del material, lo que las hace relativamente fáciles de memorizar. Ejemplos obvios son las tres secciones equilibradas de la genealogía (1:1–17; nótese el resumen en el v. 17), las ocho bienaventuranzas (5:3–10, nótese la misma conclusión a la primera y a la última); las seis "antítesis" (5:21–48, nótese la recurrente fórmula introductora), los tres tipos de observancias religiosas (6:1–18, con una estructura casi idéntica, aparte de una expansión de la sección sobre la oración) y los siete ayes sobre los maestros de la ley y los fariseos (23:13–36). Algunas secciones más largas son compiladas con una estructura balanceada, de notar es la colección de los milagros en los caps. 8, 9 y el discurso de parábolas en el cap. 13.
Comparado con el estilo vivaz y narrativo de Mar., la manera como Mat. relata las historias de Jesús puede parecer apagada. Aunque Mat. contiene mucho más material que Mar., donde relatan la misma historia, típicamente Mat. es más conciso. Por ejemplo, los relatos que se presentan en el cap. 5 de Mar. (43 versículos) sólo ocupan 16 versículos en Mat. El ha omitido todos los detalles vívidos y eliminado toda "redundancia" en la narración, enfocando de esa manera la enseñanza principal. Pero donde el punto principal de un relato está dentro de algún dicho de Jesús, Mateo a menudo puede, mientras reduce la narración, ofrecer los dichos en una forma más amplia (cf. Mat. 8:5–13 y Luc. 7:1–10).
De estas maneras, Mateo ha arreglado su material para que fuera más adecuado para enseñar en la iglesia. Sigue sirviendo así, admirablemente, como muchos pastores pueden afirmar.
LOS INTERESES ESPECIALES DE MATEO
JESÚS EL MESÍAS
Mateo escribe como un judío que ha encontrado en Jesús el cumplimiento de todo lo que es precioso en su herencia judía. "Cumplimiento" es un tema central del Evangelio.
Sube a la superficie muy obviamente en su aseveración repetida: "Todo esto aconteció para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta" (1:22; 2:15, 17, 23; 4:14; 8:17; 12:17; 13:35; 21:4; 27:9); las palabras varían levemente, pero estas "citas-fórmulas", como se las ha llamado, son una característica distintiva del Evangelio de Mat. Otras citas similares, sin hacer uso de la misma fórmula, refuerzan el argumento de que aun en los detalles de la vida de Jesús hay un formato anunciado en las Escrituras que encuentra su propia revelación. Los pasajes del AT no son los que frecuentemente se asocian con los textos "mesiánicos", sino que son versículos bien oscuros, algunos de los cuales ni aparentemente tuvieron la intención de ser predicciones. Pero a Mateo le encanta bus car los formatos de la obra de Dios en el AT y seguir su pista hasta hallar su "cumplimiento" en Jesús.
Los primeros dos capítulos del Evangelio (donde ocurre una alta concentración de citas-fórmulas) se dedican principalmente a establecer las bases escriturales para poder reconocer a Jesús como el Mesías de Israel. Su misión era la de cumplir la ley y los profetas (5:17), y el resto del cap. 5 explora lo que significa ese cumplimiento. Una serie de referencias al ministerio de Jesús como "mayor que" personas e instituciones clave del AT en el cap. 12 (vv. 6, 41, 42) desarrolla un argumento a favor de su cumplimiento no sólo de profecías particulares, sino de las dinámicas esenciales de la vida y religión del AT. De ésta y otras maneras Mateo se "apropia" de toda la revelación del AT como la base de la misión de Jesús.
Israel y la iglesia
Correctamente, se ve el Evangelio de Mat. como uno de los libros más judíos del NT, con su enfoque en el cumplimiento del AT, su referencia frecuente a los asuntos de debate rabínico, su suposición de que sus lectores conocen los ritos judíos, y su uso de la terminología judía ("reino de los cielos", "hijo de David") y, ocasionalmente, un término arameo sin traducir. Solamente en el Evangelio de Mat. la misión de Jesús y sus discípulos se limita a "las ovejas perdidas de Israel" (10:6; 15:24), y que aparentemente se toma en serio la autoridad de los maestros de la ley judía (23:3, 23).
A pesar de todo, este mismo Evangelio es visto por muchos como violentamente antijudío. Denuncia a los dirigentes judíos (en especial a los fariseos) como hipócritas y guías ciegos, y advierte que "el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a un pueblo que producirá … frutos" (21:43). Vislumbra a los no judíos llegando del oriente y del occidente al banquete mesiánico judío, a la vez que los "hijos (judíos) del reino" serán echados fuera (8:11, 12; cf. 22:1–10). Con esto Jesús declara que la rebelión del pueblo de Dios ha llegado al punto de que el juicio de Dios debe caer sobre "esta generación"; en particular, el templo de Jerusalén, símbolo de la presencia de Dios en su pueblo, sería destruido sin dejar una piedra sobre otra. Mateo es el único que registra el lloro terrible de "todo el pueblo" en 27:25: "Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos." Algunos comenta ristas han ido al extremo al decir que Mateo había perdido la esperanza de que Israel respondiera, y que estaba urgiendo a sus lectores a concentrar su misión hacia las demás naciones.
Es verdad ciertamente que este Evangelio más judío sostiene la expectativa de que los gentiles serían incluidos de allí en adelante al verdadero pueblo de Dios. Los magos extranjeros de 2:1–12 dan más que una indirecta de esto, y a medida que Jesús se encuentra con gentiles a lo largo del relato (8:5–13; 15:21–28), la extensión amplia de su misión se aclara más y más. Por lo tanto, no causa sorpresa que su libro concluya con Jesús enviando a sus seguidores a hacer discípulos de todas las naciones.
La "relación amor-odio" que sostuvo Mateo con Israel es la actitud natural de un judío fiel que había encontrado en Jesús el cumplimiento de sus ideales nacionales, pero a la vez hallaba que la mayoría de su propia gente no quería reconocer dicho cumplimiento. En el Evangelio de Mat. podemos sentir con claridad el dolor de la tensión que finalmente condujo a la iglesia, a pesar de sus raíces judías, a verse como la rival, en vez de la hermana, del judaísmo que continuaba. Para Mateo dicha separación aún no era completa, pero era inevitable, y su naturaleza judía no podía aceptarla con un desinterés tranquilo. Mateo tuvo que meditarlo teológicamente, y en su Evangelio, con mayor claridad que en los otros, presenta el punto de vista que Jesús mismo era el verdadero Israel, y que aquellos que han respondido a su mensaje son el verdadero remanente del pueblo de Dios en quienes su propósito eterno es continuado. Para ser el verdadero pueblo de Dios ya no es asunto de nacionalidad, sino de relación con Jesús, y dicha relación está abierta tanto al gentil como al judío, como fue ilustrado por el centurión de Capernaúm (8:5–13). Israel en su totalidad durante los tiempos del AT había sido la asamblea (ekkleséa) del pueblo de Dios. Pero aun en esos días con frecuencia había sido por medio del "remanente" fiel que el propósito de Dios había sido continuado, mientras que la nación como un todo se había alejado de él. Ahora ese remanente se enfoca en la ekkleséa ("iglesia") de Jesús (16:18). Dicha ekkleséa ya no es un cuerpo nacional, sino ha de formarse de discípulos bautizados de todas las naciones en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y que sigue todo lo que Jesús ha enseñado (28:19, 20).
Jesús el Rey
El Evangelio comienza con una genealogía que se enfoca en Jesús, el verdadero rey de la línea de David, en quien la monarquía de Israel halló su cumplimiento, y en 1:18–25 explica cómo llegó a ser "adoptado", oficialmente, por José, él mismo un "hijo de David" (v. 20), así confirmando su condición de rey. Se le buscó, por parte de extranjeros, como "el rey de los judíos" (2:2).
Como lo aclara 22:42–45, sin embargo, el papel de Jesús es más que nacionalista como "hijo de David". Vino a proclamar y a efectuar la condición de la realeza de Dios, pero él mismo también tiene un papel como rey universal. Solamente en el Evangelio de Mat. es que oímos del reino del Hijo del Hombre (13:41; 16:28; 19:28; 25:31–34), en un idioma no menos exaltado que lo que el AT usa pa ra designar la condición de rey de Dios mismo. Al comenzar su ministerio Jesús recibió la oferta, por Satanás, de los reinos de todo el mundo (4:8, 9); pero él los rechazó, y siguiendo el camino de la obedien cia a su Padre por fin llegó al punto donde pudo declarar: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra" (28:18). Paradójicamente, fue cuando lo injuriaban en la cruz como el (fracasado) "Rey de Israel" que estaba logrando su verdadero destino como el rey de los cielos y la tierra.
La verdadera dignidad de este rey paradójico se revela en dos frases que sirven de "marco" al Evangelio de Mat. Su nombre es declarado al principio como "Emanuel", que significa "Dios con nosotros" (1:23), y Jesús mismo declara al final: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (28:20). De esta manera Mateo nos permite ver en Jesús a uno que nunca fue menos que el Mesías de Israel, sino uno que es mucho más.
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA
La tradición primitiva del cristianismo unánimemente atribuyó a Mateo el apóstol su condición de autor, ex recolector de impuestos de Capernaúm, cuyo llamamiento se registra en 9:9 (Mar. y Luc. le llaman Leví). También hubo una tradición persistente que afirmaba que fue escrito originalmente, no en gr., sino en heb. o arameo. Ambas tradiciones son el objeto de duda de parte de la mayoría de los estudiosos modernos.
El gr. del Evangelio, como lo conocemos nosotros, no se lee como una "traducción al gr.", y la cercanía literaria en gr. de Mat. con los Evangelios de Mar. y Luc. hace que su origen en algún otro idioma sea poco probable. Resulta posible que los creyentes de los primeros pocos siglos d. de J.C. conociesen una obra heb. o aramea tradicionalmente asociada con Mat., pero es improbable que ha ya sido nuestro Evangelio. Papias, el escritor más primitivo que menciona los escritos de Mat., le atribuye una compilación de "dichos" en heb. o arameo, y algunos opinan que él se estaba refiriendo no al Evangelio que nosotros conocemos, sino a una de sus fuentes (posiblemente la "Q" que muchos piensan fue usada por Mat. y Luc.; véase la sección relevante bajo el título "Leyendo los Evangelios"). Sin embargo, lo dicho por Papias es demasiado breve para ser claro, y su contexto original es desconocido.
Si es improbable que el Evangelio de Mat. fuera escrito en heb. o arameo, ¿podremos aceptar el otro aspecto de la tradición primitiva, la identidad del autor como Mateo el apóstol, con mayor seriedad? O ¿será que la declaración de Papias sugiere que esta tradición surgió en relación con algún otro documento que no fuera nuestro Evangelio? No podemos tener seguridad, pero los escritores de los primeros siglos del cristianismo no nos ofrecen ningún otro candidato como autor, y una tradición que es primitiva y unánime no debe descartarse como falsa a menos que la naturaleza del libro mismo la hiciese inapropiada.
Realmente, esta asignación tradicional cuadra bastante bien, ya que un recolector de impuestos, judío transformado en dirigente cristiano, sería de esperar que exhibiera el tipo de tensión en su actitud al judaísmo que ya hemos visto más arriba. Además, los recolectores de impuestos, en virtud de su oficio, estaban acostumbrados al manejo de datos y documentos, a tal grado que el grupo apostólico le habrá permitido funcionar a Mateo como tipo de "secretario".
Sin embargo, tales sugerencias no llegan a ser una comprobación. De los cristianos primitivos cuyos nombres conocemos, el Mateo a quien la tradición primitiva atribuye el Evangelio no es un candi dato improbable. Pero el texto del Evangelio propiamente no dice quién es el autor, y el asunto bien puede quedar abierto.
Hasta el siglo XIX se creía universalmente que Mat. fue el primer evangelio en ser escrito. Luego, con el aumento de creencia en la prioridad de Mar., Mat. comenzó a ser fechado más tarde, y generalmente ahora se lo coloca en el último cuarto del siglo I. Sin embargo, en discusiones recientes tanto la prioridad de Mar. como todo el esquema de fechas adoptado por los estudiosos modernos han sido cuestionados en forma creciente, y resulta más sabio buscar indicaciones de fecha dentro del Evangelio mismo. (Véase el artículo introductor "Leyendo los evangelios" para ver las opiniones acerca de la relación cambiante entre Mat., Mar. y Luc.)
La destrucción de Jerusalén y el templo en el año 70 d. de J.C. es una preocupación prominente en Mat. Pero siempre se menciona como un evento futuro (naturalmente, dado que es Jesús el que lo men ciona). Algunos comentaristas creen que el lenguaje usado (p. ej. en 22:6, 7) refleja el conocimiento que Mateo tenía del evento, no solamente su predicción por Jesús, por lo tanto, se da la fecha después del año 70 d. de J.C. Otros no tienen problema con predicciones algo "circunstanciales", y señalan que el lenguaje usado es similar al de otras profecía del AT y de otras partes, de modo que no es necesario que dependa de la observación del evento. También hay pasajes en Mat. que presuponen que el templo estaba intacto (5:23, 24; 17:24–27; 23:16–22); y tales lugares no han sido suprimidos por editores en la manera que los autores posteriores al año 70 d. de J.C. lo hubieran hecho.
Otros argumentos dependen del sistema relativo de fechar tanto en los escritos del NT como en los desarrollos de las relaciones judeo-cristianas que se presuponen. En esto hay poco lugar para ser dogmáticos, y algunos estudiosos consideran una fecha de los primeros años del 60 como una alternativa atractiva en comparación con la fecha propuesta como alrededor del año 80 d. de J.C.
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
EL PLAN DEL EVANGELIO
La estructura del evangelio ha sido analizada de diferentes maneras, pero ninguna ha sido generalmente aceptada. 
Algunos usan los cinco discursos con sus fórmulas de conclusión como "marcadores" y sugieren que mateo escribió su evangelio en "cinco libros". Otros sugieren que la cláusula repetida "desde entonces Jesús comenzó..." en 4:17 y 16:21 tiene la intención de señalar el comienzo de una nueva sección principal de la narración. 
Otros notan que la historia tiene el mismo bosquejo general que mar, con un movimiento geográfico desde el comienzo de su ministerio en galilea hasta la confrontación final en Jerusalén, y ven esta trama como sirviendo de base estructural al libro. El siguiente análisis en términos generales asume este último concepto como su punto de partida, aunque reconociendo que los puntos clave de 4:17 y 16:21 caben muy bien. Notaremos más divisiones detalladas del texto en el comentario.

1:1—4:16 PRESENTACIÓN DE JESÚS
1:1-17 Los antepasados de Jesús el Mesías
1:18—2:23 La Escritura se cumple con el nacimiento y la niñez de Jesús el Mesías
3:1-17 Juan el Bautista y Jesús
4:1-16 Pruebas y preparación
4:17—16:20 Ministerio público en Galilea y sus alrededores
4:17-25 Introducción al ministerio público
5:1—7:29 Primer discurso: discipulado
8:1—9:34 Una selección de los milagros de Jesús
9:35—10:42 Segundo discurso: la misión de los discípulos
11:1—12:50 Reacciones diversas al ministerio público de Jesús
13:1-52 Tercer discurso: las enseñanzas de Jesús por medio de parábolas
13:53—16:20 Otras reacciones al ministerio público de Jesús
16:21—18:35 Ministerio privado en Galilea: preparando a los discípulos
16:21—17:27 Enseñanza sobre la misión de Jesús
18:1-35 Cuarto discurso: relaciones entre los discípulos
19:1—25:46 Ministerio en Judea
19:1—20:34 En camino a Jerusalén
21:1-22 Su llegada a Jerusalén
21:23—23:39 Controversias con los dirigentes judíos
24:1—25:46 Quinto discurso: el juicio
26:1—28:20 La muerte y resurrección de Jesús
26:1-46 Preparación para la pasión
26:47—27:26 El arresto y el juicio de Jesús
27:27-56 La crucifixión de Jesús
27:57—28:20 La sepultura, resurrección y comisión de Jesús