
Consideremos ahora cómo podemos decir que el pecado es Satanás. El versículo 21 dice: "Así que yo, queriendo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está conmigo". Cuando el pecado está adormecido dentro de nosotros, es simplemente el pecado, pero cuando se despierta en nosotros por nuestro deseo de hacer el bien, se vuelve "el maligno". Esto significa que el pecado es el maligno, y el maligno es el pecado. En el Nuevo Testamento Satanás tiene otro título, y este título es 14 el maligno". En Juan 17 el Señor oró pidiendo que los discípulos fueran guardados de "el maligno". ¿Quién es "el maligno"? El maligno es Satanás, y el pecado es el maligno, por consiguiente el pecado es Satanás.
El pecado mencionado en Romanos es una persona viviente, porque el pecado nos mata, nos engaña (Ro.7:11) y se enseñorea de nosotros (Ro.6:12). Ya no soy yo quien obra, sino el pecado que mora en mí. Yo soy una persona, y el pecado también es una persona. En Gálatas 2:20 Pablo dice: "Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". Dentro de mi persona, hay otra persona, Cristo. También dentro de mí, esto es, en mi carne, hay otra persona. Esta persona es el pecado, y el pecado es Satanás. El pecado es Satanás en nosotros, y la muerte está unida al pecado. Romanos 8:2 habla de la ley del pecado y de la muerte. De manera que mientras usted tenga pecado, tiene muerte. Estas tres cosas -Satanás, el pecado y la muerte- están en la carne.