Juan 16:30-31
Ahora creemos. Pero Jesús dice: "¿De veras? Llegará el momento en que me dejarán sólo" (ver Jua_16:32). Muchos obreros cristianos han dejado solo a Jesucristo y se han puesto a trabajar por el sentido del deber o porque, de acuerdo con su discernimiento personal, lo perciben como algo necesario. Esto se debe a la ausencia de la vida nueva que Jesús nos dio al resucitar. El alma se ha desviado del contacto íntimo con Dios y se apoya en su propio entendimiento religioso. No es un pecado deliberado y, por lo tanto, no implica un castigo. Pero cuando la persona se da cuenta de la manera en que ha obstruido su entendimiento de Jesucristo y se ha acarreado incertidumbres, penas y dificultades, tiene que regresar con vergüenza y dolor.
Necesitamos depender con mayor profundidad de la vida nueva en Cristo. Debemos buscar continuamente su consejo para todo, en lugar de tomar nuestras propias decisiones racionales y luego pedirle que las bendiga. Él no puede bendecirlas, lo cual no depende de su soberanía, pues esas decisiones están alejadas de la realidad. Si hacemos algo simplemente por el sentido del deber, estamos tratando de vivir según una norma que rivaliza con el Señor Jesucristo. Nos volvemos personas orgullosas y arrogantes porque creemos saber qué hacer en cada situación. Hemos colocado el sentido del deber en el trono en vez de la vida eterna en Cristo. No se nos dice que andemos en la luz de nuestra conciencia o de un sentido del deber, sino que andemos en la luz como Él esta en la luz (1Jn_1:7). Cuando hacemos algo por el sentido del deber, lo podemos justificar por medio de argumentos. Pero cuando lo hacemos en obediencia al Señor, no puede haber otra explicación, sólo la obediencia. Por esta razón es que a un santo lo pueden ridiculizar tan fácilmente.