Agua de la roca

Durante la Segunda Guerra Mundial, las condiciones de un pequeno poblado en la isla de Bougainville, desmejoraron en forma alarmante. Japon controlaba las islas del norte del archipielago de las Salomon. Como estaban escasos de alimentos, invadian los huertos locales tan pronto como los productos comenzaban a madurar. Cuando comenzaron a darse casos de combate entre los habitantes locales y los invasores, los aldeanos comenzaron a temer por sus vidas. Los dirigentes cristianos recordaron una alta meseta situada en una de las cadenas de montanas. Una noche, los habitantes de la aldea desaparecieron en la jungla sin hacer ruido. La fortaleza de la montana los mantuvo escondidos, y parecia que sus provisiones les durarian hasta que sus hortalizas y sembrados les comenzaran a producir.
A medida que la estacion seca avanzaba, la provision de agua comenzo a escasear. Los aldeanos buscaron una vertiente, y encontraron un lugar humedo al pie de una pared rocosa. Se reunieron alrededor, y oraron para que saliera agua de la roca. Cuando terminaron de orar, contemplaron asombrados como la humedad aumentaba en forma paulatina, y luego la roca comenzo a gotear. Pronto todos pudieron comenzar a llenar de agua sus jarrones. Durante mas de dos anos, esa vertiente continuo goteando sin cesar; suplio asi todas sus necesidades.
Jesus vio su oportunidad en la desesperanza humana. Los que no podian hallar esperanza para si mismos, encontraron esperanza en el.
Tenemos el derecho de buscarle cuando estamos en dificultad. El agua que fluye en respuesta a nuestra necesidad puede ser tan practica como las aguas de Horeb, que calmaron la sed del pueblo, o tan intangible como el reavivamiento de nuestra fe y la renovacion de nuestra esperanza. 
Aquel en quien mora Cristo tiene dentro de si una fuente eterna de gracia y fortaleza