El apego al dinero destruye personas, familias y relaciones

La codicia, el apego al dinero, destruye a las personas, destruye las familias y las relaciones con los demás. Esto es lo que ha dicho el papa la mañana del lunes durante la misa en Santa Marta. La invitación no ha sido para elegir la pobreza en sí misma, sino a utilizar la riqueza que Dios nos da para ayudar a los más necesitados.

Comentando el evangelio del día, en el cual un hombre le pide a Jesús que intervenga para resolver un asunto de herencia con su hermano, el papa desarrolla el tema de nuestra relación con el dinero: “Este es un problema de cada día. ¿Cuántas familias rotas hemos visto por el problema del dinero: hermano contra hermano; padre contra hijo... Y esto es el primer resultado que trae esta actitud de estar apegado al dinero, ¡destruye! Cuando una persona se apega al dinero, ¡se destruye a sí misma, destruye la familia! ¡El dinero destruye! Hace esto, ¿verdad? Te apega.

El dinero se utiliza para llevar adelante muchas cosas buenas, muchas cosas para el desarrollo de la humanidad, pero cuando tu corazón está tan apegado, te destruye". Jesús narra la parábola del hombre rico, que vive para acumular "riquezas para sí" y "no se enriquece ante Dios". La advertencia de Jesús es de mantenerse alejado de toda avaricia: "Eso es lo que duele: la avaricia en mi relación con el dinero. Tener de más, obtener más, tener más... Te lleva a la idolatría, ¡te destruye la relación con los demás! No es el dinero, sino la actitud, que se llama avaricia.

Luego también la avaricia te enferma, porque te hace pensar todo en términos del dinero. Te destruye, te enferma... Y al final, esto es lo más importante, la avaricia es una herramienta de la idolatría, porque va por la vía contraria a la que Dios ha hecho con nosotros. San Pablo nos dice que Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos. Ese es el camino de Dios: la humildad, el abajarse para servir. En cambio la avaricia te lleva en sentido contrario: tú, siendo un pobre hombre, te haces Dios por vanidad. ¡Es la idolatría!". Por esta razón, continuó el papa, Jesús dice cosas "tan duras, tan fuertes en contra de este apego al dinero.

Nos dice que no se puede servir a dos señores: o a Dios o al dinero. Nos dice que no nos preocupemos, que el Señor sabe lo que necesitamos", y nos invita "al abandono confiado al Padre, que hace florecer los lirios del campo y alimenta a los pájaros”. El hombre rico de la parábola sigue pensando solo en las riquezas, pero Dios le dice: "Necio, ¡esta noche se te va a reclamar la vida! "Este camino es contrario al camino de Dios --concluye el papa--, es una tontería, te aleja de la vida, destruye cada fraternidad humana".

"El Señor nos enseña cuál es el camino: no es el camino de la pobreza por la pobreza. ¡No! Es el camino de la pobreza como una herramienta, para que Dios sea Dios, ¡para que Él sea el único Señor! ¡No el ídolo de oro! Y todos los bienes que tenemos, el Señor nos lo da para echar a andar el mundo, para llevar adelante a la humanidad, para ayudar, para ayudar a los demás. Que se mantenga hoy en nuestro corazón la palabra del Señor: 'Estén atentos y manténganse alejados de toda avaricia, porque aunque uno viva en la abundancia, su vida no depende de lo que tiene".