«En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates». Esta frase, inserta en el Génesis (15:18), es la base de la que parten algunas de las corrientes más extremistas del sionismo para defender el derecho divino de Israel a controlar gran parte de Oriente Próximo.
De acuerdo con esta idea, el mapa del Gran Israel ya no solo incluiría los territorios colonizados de Palestina, sino también grandes porciones de Egipto, Arabia Saudí, Irak y Siria y la totalidad del Líbano y Jordania, aparte del actual territorio israelí. El propio fundador del sionismo, Theodor Herzl, llegó a hablar de un Estado judío que abarcara «desde el río de Egipto hasta el Éufrates».
Sin embargo, la realidad es que el irredentismo bíblico judío no fue una de las prioridades de los primeros líderes sionistas, al menos no más allá de la Palestina histórica. En su lugar, la idea del Gran Israel fue incorporada al argumentario de los mandatarios árabes para deslegitimar la creación de un Estado israelí.
Y aunque la ocupación de territorios como el Sinaí, el sur de Líbano o los Altos del Golán ha sido una constante en la política israelí, ha sido en los últimos años cuando las tesis del Gran Israel han pasado de ser una reivindicación marginal —y en ocasiones parte de teorías de la conspiración— a ocupar cada vez más espacio político de la mano de la extrema derecha y el sionismo religioso, socios de Gobierno de Benjamín Netanyahu.
Sin ir más lejos, el actual ministro de Finanzas y líder del Partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich, defiende en un documental publicado a principios de octubre que Israel debe expandirse «poco a poco» por Oriente Próximo. «Está escrito que el futuro de Jerusalén es expandirse hasta Damasco», afirma ante la cámara citando la idea del «Gran Israel».
En el mes de junio, en el marco de la guerra de Gaza, también se viralizó la imagen del brazalete de un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel con el dibujo del mapa del Gran Israel, y en septiembre Amichai Chikli, Ministro de Asuntos de la Diáspora de Israel y miembro de la extrema derecha supremacista, tuiteó que Líbano, Siria e Irak «no cumplen actualmente con las definiciones de Estado» y animó a «recalcular la línea fronteriza» del norte de Israel.
El primer ministro Benjamín Netanyahu no se ha mostrado nunca a favor de la teoría del Gran Israel, pero las últimas escaladas bélicas protagonizadas por el Ejército israelí en Gaza y Líbano y los pronunciamientos de miembros de su Gobierno advierten sobre la existencia de una agenda expansionista con aplicaciones claras.
En este sentido, Netanyahu y su partido político Likud no han disimulado sus ambiciones territoriales con respecto a Palestina, con el propio jefe de Gobierno israelí enseñando un mapa con Cisjordania como parte de Israel en una rueda de prensa celebrada a principios de septiembre en Jerusalén. Mientras reduce Gaza a escombros, su Gobierno avanza también en la colonización y confiscación ilegal de territorios en el resto de Palestina.
Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para los territorios palestinos, afirmó recientemente en una entrevista para el canal público de noticias turco TRT World que la idea del Gran Israel está detrás de los últimos movimientos de Netanyahu: «El Gran Israel comienza con la anexión de lo que queda de la Palestina histórica, pero no estoy segura de que termine allí porque ahora la gente en Israel está hablando abiertamente sobre si el Líbano es un país soberano o si Israel debería reocupar el Líbano».