Los ataques ucranianos a la central nuclear de Zaporozhie podrían desencadenar el inicio de la tercera guerra mundial, declararon expertos. Además, una fuga posible en la central tendría consecuencias adversas no solo para la región, sino para toda Europa.
Los recientes atentados en la región de Zaporozhie han suscitado una renovada preocupación por los peligros de la energía nuclear y su potencial para desencadenar conflictos geopolíticos a gran escala. En una entrevista con Sputnik, el profesor de relaciones internacionales, Demetrius Pereira, expresó su preocupación por los riesgos asociados a los enfrentamientos en la región.
"Los recientes atentados no afectaron directamente a los reactores nucleares, pero el fantasma de la catástrofe de Chernóbil sigue planeando sobre nosotros", advierte.
El accidente de Chernóbil, ocurrido durante la era soviética, no solo tuvo consecuencias catastróficas para la salud humana, sino que también se considera un factor que contribuyó al colapso de la Unión Soviética.
En opinión del experto, el actual conflicto entre Rusia y Ucrania, dos antiguas repúblicas soviéticas, representa una delicada tensión entre Oriente y Occidente.
"Estamos ante la posibilidad real de una tercera guerra mundial, ahora con participación de potencias nucleares", subraya Pereira.
Dado que ambas partes disponen de armas atómicas, la cuestión nuclear se convierte, a juicio del especialista, en una preocupación inminente, con implicaciones potencialmente devastadoras para la humanidad.
Además de la preocupación por las armas atómicas, también está en juego el control de las centrales nucleares. Zaporozhie, la mayor central atómica de Europa, situada en la zona del conflicto, plantea cuestiones cruciales sobre la seguridad y la gobernanza nucleares.
"El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) está intentando supervisar la situación, pero la lucha por el control de la central representa un reto importante", explica Pereira.
El intento de los ucranianos de retomarla, señala el analista, aumenta aún más las tensiones.
Leonam dos Santos Guimaraes, director técnico de la Asociación Brasileña para el Desarrollo de Actividades Nucleares, ofrece un análisis detallado de los retos e implicaciones de un posible ataque a la central atómica de Zaporozhie, situada en una región "altamente vulnerable".
"Un ataque a una central nuclear no solo representa un inmenso desafío en términos de contención y mitigación de los daños medioambientales y humanitarios, sino que también tiene el potencial de redefinir las relaciones geopolíticas y reajustar las alianzas internacionales", destaca.
Para él, los ataques ucranianos con drones a la central nuclear de Zaporozhie añaden una nueva y peligrosa dimensión al conflicto entre Ucrania y Rusia.
"Con ramificaciones potencialmente de gran alcance, no solo para la región cercana, sino también para los países de la Unión Europea y, más ampliamente, para la comunidad internacional. Las consecuencias de tales acciones y sus implicaciones geopolíticas son complejas y polifacéticas", sostiene.
Guimaraes subraya la complejidad de la contención de una fuga radiactiva, destacando la naturaleza desafiante de esta operación.
Además, insiste en la importancia de la respuesta inmediata, las infraestructuras existentes y los recursos disponibles como factores cruciales para minimizar las repercusiones de un accidente nuclear.
De acuerdo con el experto, contener una fuga en una central atómica es una operación extremadamente compleja y difícil que depende de varios factores: la naturaleza del accidente, que incluye el tipo de daño al reactor o a otras partes críticas de la instalación, así como la cantidad y el tipo de material radiactivo liberado y la infraestructura existente.
"La capacidad de una central para contener una fuga depende de su diseño, de los sistemas de seguridad instalados y de la capacidad de estos sistemas para hacer frente al tipo concreto de accidente", detalla.
Agrega que la eficacia de una respuesta inmediata, incluida la contención de la zona, la evacuación del personal y la aplicación de medidas de descontaminación, es crucial para minimizar las repercusiones de una fuga.
"La disponibilidad de recursos técnicos, humanos y financieros para gestionar la situación es fundamental. Esto incluye también el apoyo internacional, como se vio tras el accidente de Chernóbil y la catástrofe de Fukushima", indica.
El director técnico analiza las posibles consecuencias geopolíticas de un atentado contra una central atómica, incluido el aumento de las tensiones entre los países implicados, el impacto en las relaciones internacionales y las posibilidades de intensificar la cooperación internacional.
Guimaraes opina que un ataque de este tipo podría elevar significativamente las tensiones entre los países implicados y sus aliados y provocar una escalada militar.
"Las naciones podrían ser inducidas a reevaluar sus alianzas y estrategias de seguridad, además de provocar intensos debates sobre la seguridad nuclear", manifiesta.
Por otra parte, la necesidad de hacer frente a las consecuencias de un acontecimiento de este tipo podría fomentar una cooperación internacional sin precedentes, tanto en términos de ayuda humanitaria como de refuerzo de los protocolos de seguridad nuclear, añade el especialista.
Asimismo, pone de relieve que un atentado contra una central atómica no solo plantea importantes retos en términos de contención y mitigación de daños, sino que también tiene el potencial de remodelar el panorama geopolítico mundial, lo que subraya la necesidad de un planteamiento prudente y de colaboración para hacer frente a esta compleja amenaza.
La posibilidad de que tales ataques desencadenen una tercera guerra mundial, según el experto, es "una preocupación seria, pero también compleja. La dinámica del conflicto actual está influida por una intrincada red de alianzas militares, intereses geopolíticos y estrategias de contención".
Señala que los ataques contra instalaciones nucleares se perciben como escaladas significativas del conflicto. Si se consideran actos de guerra, pueden justificar severas represalias.
"La naturaleza y el alcance de tales represalias dependerían de muchos factores, entre ellos la percepción internacional del incidente y las decisiones estratégicas de las principales potencias mundiales", opina Guimaraes.
La central nuclear de Zaporozhie lleva más de dos años siendo objeto de constantes bombardeos ucranianos y ataques con drones, desde que las fuerzas rusas tomaron su control en marzo de 2022. Rusia ha advertido de los riesgos de que los ataques de Kiev desencadenen una crisis atómica en el corazón de Europa.
El Director General del OIEA, Rafael Grossi, ha comentado oficialmente los ataques ucranianos contra la central nuclear de Zaporozhie, la mayor de Europa.
A través de su cuenta oficial en X (antes Twitter) y de la agencia, Grossi confirmó al menos tres impactos en las estructuras de contención del reactor seis. "Esto no puede ocurrir", declaró.
El OIEA también señaló que los ataques no habían puesto en peligro la seguridad nuclear, pero "se trata de un incidente grave con potencial para socavar la integridad del sistema de contención del reactor".
"Se trata de una clara violación de los principios básicos de protección de la mayor central nuclear de Europa. Estos ataques temerarios aumentan significativamente el riesgo de un accidente atómico grave y deben cesar inmediatamente", manifestó Grossi.
"Como dije ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Junta de Gobernadores del OIEA, nadie se beneficia ni obtiene ninguna ventaja militar o política de los ataques contra instalaciones nucleares", señaló.
Por último, Grossi pidió a las autoridades militares que "se abstengan de cualquier acción que viole los principios básicos que protegen las instalaciones atómicas".