Así como el Mesías se manifestó con milagros y muchos creyeron en El, así también el Diablo podría manifestar plenamente su poder para engañar y seducir a las multitudes. Qué duda cabe que si Satán se manifestara abiertamente bajo la apariencia de ángel de luz, muchos le seguirían. Podría hacer portentos, sanar algunas enfermedades, predecir cosas futuras. La razón por la que Satán no despliega sus facultades a plena luz nos la da San Pablo:
Y sabéis lo que ahora lo retiene, para que se revele a su debido tiempo; pues el misterio de la iniquidad está actuando ya, sólo hasta que se retire de en medio el que lo retiene ahora; y entonces se revelará el Impío.
(...) Cuya venida, dada la energía del Adversario, estará acompañada de toda clase de prodigios, señales y portentos propios de la mentira. 2 Tes 2, 6-9
El Diablo es soberbio, querría ser adorado, y la gente es débil, muchos serían engañados. Pero no puede desplegar su poder, Dios retiene la manifestación de su fuerza. Hasta Satán que odia a Dios y que trata de hacer todo el mal que puede, está atado a los designios de la voluntad de Dios. Y el designio de Dios es que él no podrá manifestarse abiertamente hasta que llegue el fin de los tiempos. Hasta que llegue ese momento, los portentos están limitados sólo a los pequeños grupos satánicos donde sí que puede, al ser invocado, mostrarse. Por esas reducidas actuaciones extraordinarias y por su obrar ordinario (es decir, la tentación) y por la concentración de fuerzas demoníacas en lugares y momentos concretos para aunar fuerzas y lograr algo, por todo eso dice San Pablo en la epístola que el misterio de la iniquidad está actuando ya, pero que no se ha revelado todavía.