En ese mismo tiempo, Moisés también enseñó: No usen el nombre de Dios para prometer lo que no van a cumplir.
Pero ahora yo les digo a ustedes que, cuando prometan algo, no hagan ningún juramento. No juren por el cielo, porque es el trono de Dios, ni juren por la tierra, porque Dios gobierna sobre ella. Tampoco juren por Jerusalén, pues esta ciudad pertenece a Dios, el gran Rey. Nunca juren por su vida, porque ustedes no son dueños de ella. Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo que digan de más viene del diablo.