Según las últimas estadísticas, desde el inicio del mandato de Joe Biden, Washington ha brindado a Kiev asistencia en seguridad por un valor que supera los 4.000 millones de dólares, 3.400 millones de ellos desde que Rusia lanzó su operativo militar el pasado 24 de febrero. No obstante, EE.UU. tiene poca capacidad para controlar el destino de su propio armamento que llega a suelo ucraniano.
El propio secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, reconoció este lunes que Washington no puede seguir el rastro del armamento enviado a Ucrania. "Como saben, no tenemos fuerzas sobre el terreno, por lo que es difícil para nosotros [rastrear las armas]", dijo Austin en una rueda de prensa celebrada durante su visita a Kiev.
"Sí hemos tenido una muy buena conversación tanto con el jefe de Estado Mayor como con el presidente y el ministro de Defensa [de Ucrania] sobre la necesidad de asegurar que estas armas se rastreen y, de la mejor manera posible, asegurar que no caigan en manos de los adversarios", agregó.
Otra razón por la que Washington tiene pocas formas de controlar sus suministros bélicos a Ucrania es la fácil portabilidad de los sistemas pequeños, reportó la semana pasada la CNN. De acuerdo con los analistas y funcionarios estadounidenses consultados por la cadena, "algunas de esas armas puedan terminar en manos de otros militares y milicias que EE.UU. no tenía la intención de armar".
"Caen en un gran agujero negro y después de un breve período de tiempo, ya casi no sabes nada de ellas", admitió al medio una fuente familiarizada con el asunto.
El pasado 14 de abril, Washington anunció el envío de un nuevo paquete de armamento pesado para Ucrania que prevé, entre otros artículos, los suministros de 11 helicópteros de transporte militar Mi-17, 300 drones tácticos Switchblade y 18 obuses Howitzer. No obstante, las autoridades estadounidenses reconocen las dificultades de rastrear estas armas, la mayoría de las cuales son de carácter portátil.
"No puedo decirle dónde se encuentran en Ucrania o si los ucranianos las utilizan en este momento", dijo en rueda de prensa un alto funcionario de Defensa en referencia a los Switchblade enviados por Washington. "No estamos en el terreno con ellos. Y no nos dicen, sabe, contra quién y dónde utilizan cada ronda de municiones. Quiero decir, puede ser que nunca sepamos hasta qué punto utilizan los Switchblade", agregó.
Douglas Mcgregor, coronel retirado de las FF.AA. de EE.UU., afirmó a Fox News el pasado 22 de abril que Washington tiene "cierta preocupación por la magnitud" de sus suministros, aunque "no es lo suficientemente grande como para frenar la hemorragia de materiales y dinero" destinados a Ucrania. "Hemos tenido graves problemas en el pasado a la hora de rastrear a dónde van las armas y las municiones. Lo hemos visto en el Sudeste Asiático, lo hemos visto en Irak y Afganistán y creo que podemos decir con cierta seguridad que muchas de esas armas acabarán en manos de personas que preferiríamos que nunca las tuvieran", explicó.
"Durante décadas, EE.UU. envió armas a Afganistán, al principio para armar a los muyahidines en su lucha contra el Ejército soviético y después para armar a las fuerzas de Afganistán en su lucha contra los talibanes", recuerda la CNN. "Inevitablemente, algunas armas acabaron en el mercado negro, incluidos misiles antiaéreos Stinger, el mismo tipo que EE.UU. ahora suministra a Ucrania", añade.
De acuerdo con un estudio llevado a cabo por un grupo de expertos RAND Corp. en 2019, desde la década de los 70 más de 60 aeronaves civiles sufrieron impactos de sistemas de defensa aérea portátiles, a los que pertenecen también los misiles Stinger. Ese mismo año, se confirmó que 57 grupos armados no gubernamentales poseían o se sospechaba que poseían dichos sistemas.
Otros tipos de equipos bélicos también acabaron "armando a los adversarios de EE.UU." en Afganistán, ya que gran parte de la ayuda letal proporcionada a las fuerzas afganas "pasó a formar parte del arsenal de los talibanes", apunta la CNN. De modo similar, armas vendidas por EE.UU. a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos acabaron en las manos de milicianos relacionados con Al Qaeda o las fuerzas de Irán.
Según explicó al canal ruso Zvezdá el experto militar Yuri Knútov, en el caso de Ucrania "el flujo de armas puede acabar en manos de elementos radicales que entraron en Europa con apariencia de refugiados". "De hecho, Occidente a día de hoy hizo todo para armar no solamente a todos los ucranianos, sino también a organizaciones terroristas por todo el mundo con instrumentos de destrucción más modernos", advirtió el experto.
Por su parte, Alexandr Mijáilov, director de la Oficina de Análisis Político-Militar rusa, expresó a RT que los suministros de armamento estadounidense pueden llevar a "una amenaza para la seguridad de la propia Europa" y crear un "matadero" racial o religioso en la región, debido al aumento del nivel de delincuencia por la afluencia de refugiados.
No obstante, desde Washington afirman que la Administración del país norteamericano es consciente de los riesgos. "Honestamente, creemos que el riesgo vale la pena ahora mismo, porque los ucranianos luchan con mucha destreza con los instrumentos que tienen a su disposición y los utilizan de manera creativa", confesó un alto funcionario de Defensa en marzo.