El pasado 29 de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU celebró una reunión sobre la situación humanitaria en Ucrania. El representante de Rusia, Dmitri Polianski, volvió a señalar los crímenes de los nacionalistas ucranianos.
Mientras, la subsecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman, decidió cuestionar la tesis sobre las manifestaciones del nazismo en Ucrania. La diplomática dijo que "como judía y ciudadana de EEUU" no puede dejar de decir que "lo que está sucediendo en Ucrania no se trata de nazis". Al mismo tiempo, recordó que "el presidente judío de Ucrania definitivamente no es un nazi".
En respuesta, Polianski señaló que las referencias al origen judío de Zelenski ya se han convertido en una excusa común. Después de eso, citó algunas de las manifestaciones del nazismo en Ucrania.
"¿Sabe quiénes son Stepán Bandera y Román Shujevich? ¿Sabes cuántas cosas malas estas personas hicieron a la humanidad? Estas son personas que colaboraron con los nazis, que estuvieron involucradas en los asesinatos de judíos, polacos, rusos, ucranianos", argumentó el diplomático ruso.
Al día de hoy, tanto Bandera como Shujévich —colaboradores y aliados de la Alemania nazi que dirigieron fuerzas ultranacionalistas ucranianas a su servicio durante su invasión a la URSS— son considerados héroes nacionales en la Ucrania actual. También recordó sobre la simbología nazi ampliamente utilizada entre los grupos paramilitares integrados a las FFAA ucranianas y que incluso la OTAN tuvo que eliminar el retrato de una soldado ucraniana de su página oficial porque portaba un símbolo nazi.
"Por supuesto, desde su punto de vista no es grave si llevas un símbolo nazi en la manga. Por supuesto, si tus combatientes torturan a los prisioneros y les queman esvásticas en el pecho, esto tampoco significa nada para usted (...) Pero nosotros pensamos diferente", concluyó Polianski.
Sherman no respondió a la declaración del diplomático ruso.
Los grupos ultranacionalistas y neonazis jugaron un papel crucial en el cambio de poder en Kiev del 2014. Sus miembros protagonizaron violentas pugnas contra los entonces guardianes del orden y sus familiares y tomaron edificios administrativos. Luego reprimieron las protestas en el este de Ucrania, lo que precipitó el conflicto armado en la región.
Al día de hoy, muchos de los llamados batallones de voluntarios integran las filas de las FFAA ucranianas.