Muerte misteriosa de antílopes en Kazajistán

Casi 150.000 ejemplares de una especie de antílope que se encuentra en gran parte en Kazajistán, conocida como Saiga tatarica, han muerto entre el 9 de mayo y el 3 de junio de este año. Según el Ministerio de Agricultura del país, cuando se descubrió el primer ejemplar muerto, el 11 de mayo de 2015, había aproximadamente 300.000 antílopes. El 27 de mayo, sólo unos días más tarde, se encontraron casi 121.000 cadáveres en la misma zona. Entre mayo y junio la cifra ascendió a un total de 148.800 cadáveres.
Se dice que los antílopes saiga que murieron presentaban dificultades para respirar, diarrea severa, vientres hinchados, y sangre en la nariz y la boca. Los expertos barajaron principalmente tres posibilidades:
La bacteria Pasteurella: este microorganismo suele ser inofensivo, ya que se produce de forma natural en el tracto respiratorio superior de los animales, pero puede ser perjudicial cuando se tiene comprometido el sistema inmunológico (por otra infección, estrés, o malnutrición). Ésta es la opción más plausible, aunque no se ha identificado el transmisor de la enfermedad.
Otra posibilidad podría ser una infección por bacterias clostridias, un género responsable de males tan graves como el botulismo, la gangrena y el tétanos. Esta bacteria se identificó en aproximadamente la mitad de los saigas que murieron.
Finalmente, también podría tener un origen vírico, transmitida por un mosquito.
Aunque parece que los expertos coinciden en que la principal causa ha sido la bacteria Pasteurella, los hay que aseguran que la causa de esta catástrofe todavía está por determinar. Otros posibles factores son los cambios de temperatura bruscos, por ejemplo por fuertes lluvias, largos inviernos, o largas sequías. En este sentido, hay quien cree que las defensas naturales de esta especie se han debilitado debido al cambio climático.
Sea como fuere, de ahora en adelante la protección de los saigas tendrá que ser una prioridad para el gobierno de Kazajistán y sus países vecinos, y también de la comunidad internacional. Sino, corremos el riesgo de perder a una de las especies más antiguas del planeta
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